¡FELIZ AÑO NUEVO!

Estimados helenistas con quienes he compartido el curso 18/19, ¡os deseo una feliz nochevieja y próspero año nuevo!

- Espera, espera, espera: perdona, ¿feliz año nuevo?

- Sí, ¡feliz año nuevo!

- Pero, ¡estamos a punto de fenecer en medio de las calores de mitad de julio! ¿¡Cómo que feliz año nuevo, descerebrado!?

- Uy, sí, es verdad. Disculpas, me explico: viajemos al pasado, a la Grecia clásica, y sometámonos a su calendario, con sus particularidades astronómicas y culturales. El cambio de año sucede en verano. No celebramos el fin de año durante el solsticio de invierno, sino al otro extremo del año astronómico, en torno al otro solsticio, después del 20 de junio. Tenemos un calendario lunar que hace coincidir el inicio del año con la primera noche de luna creciente tras el solsticio. La variabilidad e inexactitud de los ciclos lunares nos sujeta a una incertidumbre comparable a la de la celebración de la Pascua cristiana, nunca fija en el calendario. 

En cualquier caso, con el solsticio acaba el último mes del año, Esciroforión (Σκιροφοριῶν), y está presto a comenzar el primer mes del año entrante, el Hecatombeón (Ἑκατομβαιῶν). El primero coincide aproximadamente (y subrayamos aproximadamente) con nuestro junio; el segundo, con nuestro julio. 

¿Y cómo celebran los griegos esta circunstancia? Pues bien, la última fiesta anual de renombre que tenemos documentada son las Esciroforias, fiesta en la que, al parecer, se producía una peregrinación de la sacerdotisa de Atenea y los sacerdotes de Posidón y Helios bajo un palio (σκίρον, de donde el nombre de la fiesta) desde su sede en la Acrópolis hasta el santuario de Esciro (otro étimo para el nombre de la fiesta). El objeto podría haber sido invocar la protección del Ática frente al tórrido sol estivo. 

Por su parte, la primera fiesta del año sería la del día 1, que era común a todos los meses, cuyos respectivos primeros días 1, llamados Νουμηνία (el nuevo mes o nueva luna), solían ser de general y obligado descanso. La gente hacía en esos días más o menos lo que muchos hoy un domingo; esperar con aburrimiento el día siguiente.
Ahora bien, la primera fiesta ateniense del año, propiamente dicha, con carácter religioso y celebratorio, serían las Κρόνια o fiestas en honor de Cronos, el día 12 de Hecatombeón (caía en torno a julio/agosto), mes que arcaicamente, al parecer, habría estado dedicado a dicho dios (Cronión). En ellas, fiestas análogas a las Saturnalia latinas, que están en el origen de muchas de nuestras costumbres y ritos navideños, reinaba la alegría y la relajación de las normas sociales; igualándose o incluso invirtiéndose lúdicamente los roles sociales. Esclavos y señores, ricos y pobres compartían el día en comunal libertad. Se reproducía así el espíritu de la Edad de Oro que había sido la era de Cronos. 

Con ello en mente, os deseo a todos un feliz caluroso año griego (no el frío feliz año latino) y un felicísimo y cronial, si os da por ahí, intercambio de regalos. Ciertamente, no sería capaz de deciros el día exacto para tomar las uvas, pero, día arriba, día abajo, estamos ahí, ahí.

Χαῖρετε πάσαι καὶ πάντες,
Carlos