6. COMPARACIÓN

INTRODUCCIÓN
En sus Vidas paralelas, el polímata griego que vivió bajo el imperio romano de Claudio,  el griego Plutarco de Queronea, presenta –en griego- las biografías comparadas de grandes personajes griegos y romanos, intentando establecer paralelismos de carácter, con el ánimo de comprender a los grandes personajes de una cultura en el espejo de los grandes personajes de la otra. Así, Rómulo es comparado con Teseo, César con Alejandro, Publícola con Solón, Catón con Arístides o Cicerón con Demóstenes, entre otros muchos.
También en los προγυμνασματα se incluía un ejercicio que era consistía en la propia comparación. Aunque ya hemos visto la comparación como un pequeño recurso dentro del encomio y el vituperio, el ejercicio retórico de comparación que ahora proponemos supone un alargamiento con respecto a la breve comparación de aquellos ejercicios.
La comparación como ejercicio aparte tiene una estructura que lo hace semejante al encomio y al vituperio. De hecho, la comparación siempre va acompañada de una connotación encomiosa o vituperiosa: comparamos para ensalzar o denostar a un personaje o cosa con respecto al punto de referencia de otro personaje o cosa similar. Haciendo esto, ilustramos mejor y subrayamos las virtudes o vicios del mismo.
Por tanto, podemos comparar un personaje al que alabamos con otro al que también alabamos o vituperamos, o podemos comparar un personaje al que vituperamos con otro al que alabamos o vituperamos, con el fin de que, por contraste, las cualidades del personaje (o cosa) resalten más.
En cuanto a su estructura, como principio general, diremos que, al comparar, no hay que hacerlo entre las totalidades, sino dividir analíticamente los rasgos de lo encomiado o vituperado, y compararlos aisladamente. Procedemos de manera similar al ejercicio del encomio/vituperio, de lo general a lo específico, asegurándonos de ir en cada paso comentando paralelamente a ambos personajes o cosas. Seguiremos una estructura aproximada tal que así[1]:  

  1. Breve proemio o introducción del tema.
  2. Descripción de circunstancias externas de los personajes comparados, como sus antecedentes: pueblo, país, antepasados, padres.
  3. Descripción de la condición propia de cada personaje:
    1. Corporal. Por ejemplo, cualidades como belleza, fortaleza, rapidez, etc.
    2. Espiritual. Por ejemplo, su educación e inteligencia: aptitudes, actitudes, etc.
  4. Descripción de los hechos más remarcables de ambos personajes, en conexión con sus condiciones intrínsecas (antes mencionadas).
  5. Epílogo, con una exhortación final a seguir el ejemplo encomiado.

EJEMPLO

El mundo de hoy se enfrenta a grandes retos y peligros fruto de la inmoderación y de la necesidad capitalista del crecimiento económico continuo. Porque, ¿cómo podemos crecer sin parar en un mundo que es limitado? El mundo es como Craso, sí, como Marco Licinio Craso, el triunviro. El que fuera el hombre más rico del mundo romano. En cambio, podemos imaginar otras maneras de organizar el mundo, más respetuosas con el medio ambiente e incluso con la felicidad humana. Y tenemos ejemplos de ello, como, por ejemplo, Diógenes de Sinope, el cínico. Comparemos a Diógenes con Craso, para comparar, en el fondo, un mundo hecho a la medida del hombre con el mundo hecho a medida del dinero. (1. Proemio).
Diógenes de Sinope era un griego de un pequeño rincón en los confines del mundo griego, allá en el Mar Negro, y tal vez por eso pudo ser más receptivo a las ideas de frugalidad y desprendimiento. Además, se dice que su padre y él mismo fueron expulsados de Sinope bajo la deshonrosa acusación de falsificar moneda. En cambio, Craso, nacido en medio de la más alta aristocracia de la ciudad más poderosa y militarista, ¿cómo podría haberse sustraído a su destino de lujo, ambición y fama? (2. Descripción circunstancias extrínsecas cada personaje).
Pero es que Diógenes, además, tuvo la suerte decisiva de heredar la prístina línea de pensamiento humanista de Sócrates, a través de su maestro Antístenes. ¿Qué decir de Craso? Lo único que heredó, aparte de una educación diseñada para ambicionar siempre más y nunca estar satisfecho, fueron millones de sestercios, fincas, rango político, etc. (3. Descripción condición intrínseca cada personaje).
Pero todo eso es nada, porque cada hombre tiene siempre la posibilidad de girar el timón de su vida y fijar su propio rumbo. Diógenes y Craso, más allá de sus propios orígenes, son responsables de sus propios actos. Y resulta que Diógenes decidió aspirar nada más, y nada menos, que a que no le taparan el sol de la cara. Cuando Alejandro Magno, visitándolo en la esquina de Corinto donde descansaba, le ofreció aquello que más pudiese desear, Diógenes optó por la vitamina C. Pero Craso no podía conformarse con semejante miseria, que cualquier esclavo o mísero mendigo podría compartir con él. Craso, por eso, nunca se paró en sus inmensos jardines para disfrutar del hecho simple y grandioso de la vida. No podía. Él siempre tenía que estar maquinando, urdiendo estratagemas para vencer a sus oponentes y conseguir el prestigio, que no el amor, del populus romanus. Y así, mientras Diógenes ideó su propia muerte en paz, simplemente dejando de respirar, cuando consideró llegado el momento, Craso murió decapitado intentando conquistar el imperio parto él solito al mando de siete legiones, insatisfecho porque todo su dinero no podía comprar la felicidad y horrorizado en el último minuto, al morir como un cordero, él que se había creído en la obligación de ser león. (4. Descripción hechos remarcables).
Sigue, pues, el ejemplo de Diógenes, aunque sea solo un poquito. Disfruta de los pequeños placeres de la vida. Adáptate a la naturaleza. No te dejes encandilar por los Crasos de la economía actual, que te dirán que quieras siempre más y no pares hasta conquistar a los partos. Pero ya sabes lo que hacen los partos con sus enemigos. (5. Epílogo).

EJERCICIO
1. Realiza una comparación entre el personaje o cosa que hayas encomiado o vituperado en tu ejercicio anterior (5. Encomio/Vituperio) y otro personaje o cosa comparable. Sigue el ejemplo propuesto arriba.  


[1] Pasos referidos, en general, a una comparación encomiosa. Se pueden seguir los mismos mencionando los vicios de uno de ellos, o incluso de los dos, si lo que se quiere es realizar una comparación mezclada con el vituperio.