FÁBULA





A los estudiantes se les enseñaban las fábulas de Esopo por varias razones; la principal, porque toda fábula ofrece una enseñanza moral útil para la vida, que al mismo tiempo resulta fácil de asumir por su brevedad, facilidad y amenidad.
La fábula es un relato breve y sencillo, con finalidad moral y carácter alegórico; protagonizada habitualmente por animales, plantas, o cosas, o también héroes, dioses e incluso humanos, que se comportan como seres humanos y mantienen sencillos diálogos entre sí, como los humanos.
En las clases de retórica, además, se entregaban fábulas a los discípulos para que las modificaran, ampliándolas o abreviándolas. O bien se les pedía que escribieran una imitando a Esopo.
Para ampliar o abreviar una fábula existen diversos recursos: uno de los más socorridos era jugar con los estilos directo e indirecto. Si se quiere ampliar, póngase a hablar a los personajes (estilo directo). Si se quiere abreviar, nárrense indirectamente las palabras de los mismos (estilo indirecto).
Otros recursos podían/pueden ser figuras retóricas de descripción, como la etopeya o la écfrasis, o figuras del lenguaje, gramaticales como el hipérbaton, la elipsis, el pleonasmo, la silepsis, o retóricas (o estilísticas) como la enumeración, la comparación, la antítesis, la perífrasis, la gradación, el polisíndeton, el asíndeton, la paronomasia, la sinonimia, la ironía y del pensamiento como la metáfora, la sinécdoque o la metonimia.
He aquí un ejemplo de abreviación y ampliación de una fábula de Esopo. Fíjate bien, porque tú vas a hacer lo mismo después.
Fábula de Esopo (XXXIII[1]): Unos viajeros, en la estación del verano, en torno al mediodía, agotados por un calor ardiente, cuando vieron un plátano[2], tras llegar debajo de este y acostarse en la sombra descansaban. Y, mirando arriba hacia el plátano, se decían unos a otros que es inútil y sin fruto ese árbol para los seres humanos. Y el árbol, respondiendo, decía: “¡Desgraciados, sin terminar de gozar de mi favor y ya me estáis llamando inútil y sin fruto!”. Así también algunos de los hombres son de tal modo desafortunados que incluso obrando bien al prójimo no reciben gratitud por parte de este.
Abreviación: Unos caminantes que iban bajo un calor ardiente se refugiaron debajo de un plátano. Y mirándolo se dijeron que ese árbol era inútil para el ser humano. A lo que el árbol respondió que estos eran unos desagradecidos. Igualmente, algunos hombres solo reciben ingratitud por sus buenas obras.
Ampliación: Unos viajeros que durante la estación del verano, al filo del mediodía, cuando el sol está en lo más alto, estaban agotados por un calor de justicia, al ver en lontananza un árbol plátano que arrojaba en torno a sí una espléndida sombra se dirigieron deprisa hacia este y, tras llegar debajo se recostaron junto al tronco, disfrutando del frescor de la penumbra. “¡Uff!”, dijo uno, “creía que no llegaba” “¡Sí!”, dijo el otro, “Vamos a esperar aquí un rato hasta que baje un poco el sol. Yo ahí fuera no vuelvo ni muerto”. Era, como decíamos, mediodía y empezó a los caminantes a encogérseles el estómago por el hambre. Pero no llevaban nada en el zurrón. Entonces volvieron la mirada hacia las ramas y la copa del buen plátano en busca de algo que llevarse a la boca, pero no encontraron nada. Y uno dijo al otro: “Vaya con el arbolito este, que no le cuelga ni un mísero frutito. No he visto árbol más inútil. ¡Pues nada, a pasar hambre se ha dicho!”, a lo que el otro asentía mientras miraba desesperadamente también entre las ramas. Y entonces, cuando cansados de buscar, estaban ya entrecerrando los ojos para calmar el hambre al menos con una siesta, empezaron a oír como un rumor de hojas sobre sus cabezas y un castañeteo de las ramas y un vibrar y crujido del tronco y, de pronto, una poderosa y cavernosa voz les dijo: “¡Desgraciados! ¿Os atrevéis a decir que soy un inútil? ¿Venís aquí a mi casa a insultarme? ¡Mamma mía! ¡Pero qué pecado he cometido para tener que sufrir tamaña vileza! ¡Una raíz me voy a sacar debajo de tierra y de una patada os mando a decir sandeces a Creta! ¡Mamarrachos!”. Ni una palabra por parte de los caminantes, que estaban en shock. “Conque no doy fruto, ¿eh? ¿Qué más fruto queréis que dé, si mi fruto es la sombra en la que, pedazo de desagradecidos, estáis sentados ahora mismo? ¿Os parece mejor la palmera y su mierda de dátiles, comiendo los cuales ahora mismo os estaríais achicharrando?”. Los caminantes seguían convertidos en piedra, mientras el ofendidísimo árbol continuó lanzándoles improperios hasta que el sol, una vez bajo, les permitió regresar hacia sus casas; hambrientos y deshonrados por aquel árbol que no daba comida, pero daba sombra. Esta fábula se la dedico a aquellas personas que, por más que intentan hacer lo correcto y persisten en hacer el bien, parece que el mundo se empeña en devolverles sinsabores y nadie aparenta apreciarlos.

EJERCICIOS:
1. Abrevia y amplifica la siguiente fábula de Esopo (V):
Una zorra y un leopardo discutían a propósito de su belleza. Y, como el leopardo en cada punto proponía como modelo la variedad de colores de su cuerpo, la zorra le terminó por responder: “¡Y cuánto más bella soy yo que tú, que no soy variada de cuerpo, sino de espíritu!”. La fábula enseña que el orden de la mente es mejor que la belleza corporal. “

2. Inventa una fábula inspirándote en las de Esopo (puedes leer todas las que quieras en este enlace) (OPCIONAL).


[1] Según la selección de la Universidad de Murcia para la EBAU de 2º de bachillerato.
[2] Es un árbol que da sombra. No confundir con la fruta tropical, fruto del platanero.