3. EDUCACIÓN EN ATENAS (Y ESPARTA): ΠΑΙΔΕΙΑ.
Quede claro que cuando hablemos de educación (παιδεια), nos vamos a referir a la del ciudadano de una democracia como la de Atenas. Esta educación se ocupa del
individuo, tratando de obtener lo mejor de cada cual, de acuerdo, en general, a
la amalgama de sus intereses y aptitudes particulares con el interés
comunitario del estado al que pertenecen.
En Esparta, en cambio, el otro
gran modelo político de la era clásica griega, las cosas eran diferentes. Su propuesta
educativa, la ἀγογη, también es muy interesante, pero está orientada a un fin completamente
distinto: la formación de soldados perfectos. Se orienta más a la conformación
y preservación de cierto espíritu colectivo. El ciudadano se considera, más
bien, como una pieza en el engranaje del estado, que una individualidad. La
literatura está llena de anécdotas sobre la educación y selección de los niños
y los efebos espartanos, como la inquietante y espantosa κρυπτεία. Pero no hablaremos ahora de Esparta, sino de Atenas.
En Atenas la educación era, como lo ha sido prácticamente siempre a lo
largo de la historia, cosa de familias adineradas. Muy resumidamente, estas
eran las fases de la formación de un niño, adolescente y joven libre ateniense
(la mujer, como ya sabemos, quedaba excluida del sistema educativo). Para más
información, consúltense los libros citados (y enlazados) en la bibliografía:
Primera niñez: se pasaba al amparo de la madre y la
niñera, dentro del hogar. Se aprendía a hablar y los cuentos de viejas; cultura
folclórica: cuentos, mitos, leyendas; los monstruos con que se ha asustado
siempre a todo niño que se porta mal (Μορμω, Γοργω, Lamia, …).
Desde los 7 años (aprox.): el padre confiaba el niño al pedagogo (παιδαγωγος), un
esclavo encargado de acompañar todo el tiempo al niño a la escuela (διδασκαλεῖον) y
vigilar y enderezar puntualmente su mal comportamiento. En esta primera fase
reglada, el niño aprendía básicamente a leer, escribir y contar (ἀριθμετικη) con un
maestro llamado γραμματιστης (‘el que enseña las letras’). Recitaban y
memorizaban fragmentos de los grandes
poetas; Homero, y otros textos
sabios, como las fábulas de Esopo.
Desde los 10 años (aprox.): a continuación se añadía el estudio de
la música, que en Grecia era una disciplina importantísima, que debía adornar a
todo hombre de noble mente. Tocaban la cítara
o lira de siete cuerdas y el aulós (flauta de doble tubo), y
aprendían los cantos líricos en solo
o en coro, apropiados para los salones aristocráticos. El maestro de música era
el κιθαριστης.
Desde los 12 años (aprox.): se incorporaba la enseñanza de la
educación física, que era también fundamental en el currículo de todo griego,
porque mens sana in corpore sano o,
en palabras de Tales: τίς εὐδαίμων, "ὁ τὸ μὲν σῶμα ὑγιής, τὴν δὲ ψυχὴν εὔπορος, τὴν δὲ φύσιν εὐπαίδευτος". En la palestra (παλαιστρα) bajo la
vigilancia y dirección del παιδοτριβης, los ejercicios se practicaban desnudos (γυμνος). De ahí su
nombre: γυμνασια. Dichos ejercicios eran las pruebas del pentatlón (πενταθλον): disco,
jabalina, carrera, salto de longitud y lucha; también el pugilato o la
natación.
Posteriormente: en época clásica, después de las guerras
médicas, floreció la figura del sofista
(σοφιστης), maestro
errante de la sabiduría, especie de profesor particular de educación superior, que
por toda Grecia, pero sobre todo en Atenas promovieron una revolución
intelectual en todas las disciplinas del conocimiento; astronomía, física,
medicina, etc., pero, sobre todo, atraían a los grupos de jóvenes con la promesa
de inculcarles el saber de la virtud (ἀρετη) y la persuasión
mediante la palabra (λογος, ῥητορικη).
Como ves, la educación griega empezaba (Homero, Esopo) y terminaba
(retórica), con la fascinación del estudio de la palabra. Si por algo
destacaron estos griegos que estudiamos, fue por su habilidad con el lenguaje,
como demuestra la infinidad de textos que todavía hoy son modelos a seguir (y
eso que conservamos una mínima parte de lo que escribieron).