2. LA IMPORTANCIA DEL OCIO (OCIO VS. NEGOCIO): LA EDUCACIÓN.



Con semejante riqueza, los ciudadanos atenienses disponen de tanto más de esa cosa que pondrá a Atenas en todos los libros del futuro, como símbolo de espíritu, intelecto y sabiduría: el ocio. Con el dinero, los ciudadanos ricos pueden comprar la cosa más preciada que existe: tiempo libre, ocio.
¿Y para qué sirve el ocio? ¿Por qué es algo tan importante el ocio? Pues bien, el ocio no es, simplemente, como a veces se piensa, tiempo para no hacer nada. Al contrario, el ocio es el tiempo libre de las duras y áridas obligaciones de ganarse la vida (el negocio: en latín nec-otium, no ocio), que se puede dedicar gloriosamente a pensar, a idear, a embellecer la vida con el arte, con la ciencia, con la técnica, con la reflexión y la filosofía.
Pero, lo que es fundamental, el ocio sirve para un fin más alto: el entrenamiento para la conquista del poder. En el régimen democrático de las polis libres, el poder no se hereda por nacimiento (aristocracia, oligarquía), sino que lo detentan los que mejor se han preparado para hablar ante la asamblea de ciudadanos (ἐκκλησια); quienes son capaces de convencer a las masas de varones sentadas en la ladera de la colina de la Pnyx (Πνῦξ).
Las élites económicas atenienses dedican su ocio, pues, o el de sus hijos a formarse, a la educación (παιδεια). No es extraño que la palabra griega que significa ocio diese nombre a la institución fundamental de la educación: σχολη. Contratan a los mejores maestros en las diversas artes; las letras, la música, la guerra, pero, sobre todo, la retórica, el arte de hablar en público.
Por tanto, un ateniense con suficientes recursos económicos dedica gran parte de los mismos y un gran esfuerzo a lo largo de su juventud para convertirse en orador. No hay ocupación de mayor prestigio que ocuparse de los asuntos de la propia patria.