Ευ πασχετε εν τοις Διονυσιοις τοις κατ αγρους


            Εὖ πάσχετε ἐν τοῖς Διονύσιοις τοῖς κατ' γρούς. (Es decir, “¡Sed felices en las Dionisias rurales!”). Estamos en el mes ático de Poseidón (Ποσειδέων), nuestro diciembre, mes en el que los atenienses iban a las comarcas (δήμοι) del campo a celebrar a Dioniso. Sabemos poco de aquellos festejos, en comparación con sus festejos hermanos de las Grandes Dionisias o Dionisias urbanas, que se celebraban intramuros y por todo lo alto. Pero lo que sí sabemos es que se celebraban por estas fechas y en honor de Dioniso, el dios de la agricultura y el vino, que, curiosamente presenta en su culto notables paralelismos con la deidad central de las celebraciones de hoy, Jesucristo. Igual que este, Dioniso vive un ciclo de muerte y resurrección, tiene en el vino un elemento simbólico y ritual principal...
            Coincidiendo con el solsticio de invierno, este momento del año en que los rayos del sol son más alargados y lentamente empieza a regresar con ellos la vida, por doquier se extendían los ritos celebratorios o propiciatorios, dando buenos augurios para los sembrados y las futuras germinaciones y cosechas. Por ello, al parecer, las gentes campesinas del Ática sacaban falos en procesión, como se deduce de la iconografía de los vasos y parodia maravillosamente bien el cómico del siglo V a.C. Aristófanes (la Comedia, ese género teatral surgido al calor de las comparsas dionisíacas) en el pasaje de su obra Acarnienses (242-279) que a continuación os transcribo:
Diceópolis
¡Chitón! ¡Respeto! Que se adelante un poco la canéfora. Que
Jantias ponga derecho el falo. Deposita la cesta en el suelo,
hija, para hacer los ritos previos.
Hija
(Sacando una torta de la cesta) Madre, alcánzame el cucharón, 245
para echar el caldo en esta torta.
Diceópolis
Así esta bien. ¡Oh, soberano Dioniso!, que sea de tu agrado la
procesión y este sacrificio que te hago con los de casa, y que 250
celebre felizmente las Dionisias camperas, descargado del
servicio militar. Que las treguas de treinta años me resulten
provechosas. Anda, hija, procura llevar con compostura la cesta, compuesta y con carita de haber comido ajedrea. ¡Qué feliz
será el que se case contigo y te haga ... comadrejas , no
menos pedorras que tú cuando amanece! Avanza y guárdate
muy bien (señalando al publico) entre el gentío de que nadie te
birle las joyas de oro sin darte cuenta. Jantias, a vosotros dos
260 os toca tener enhiesto el falo detrás de la canéfora. Yo os seguiré
cantando el himno fálico. Tú, mujer, contémplanos desde
la azotea. ¡En marcha!
Fales, camarada de Baco,
compañero de jarana, noctívago,
265 adúltero, bujarrón,
después de cinco años, te saludo,
contento de mi regreso al pueblo,
tras haberme hecho treguas para mi solo
270 y librado de guerras, ‘pejigueras
y de Lámacos.
Mucho más agradable es, ¡oh Fales, Fales,
encontrar llevando leña robada del peñascal
a esa buena moza, la tracia de Estrimodoro,
agarrarla de por medio y levantarla,
tumbarla al suelo y 'despepitarla ’,
¡Oh! Fales, Fales,
Si bebes con nosotros, terminada la juerga,
después del alba, sorberás una taza de paz.
Y el escudo, seguirá colgado sobre las brasas.